Montserrat Gutiérrez Espinosa |
Echo la vista atrás y veo el mapa de empatía que realizamos. Me pareció muy interesante como ejercicio de empatía. En muchas ocasiones perdemos la perspectiva del alumno y nos aferramos a métodos, procedimientos, respuestas aprendidas y que repetimos constantemente. Me gustó mucho la técnica.
Comenzé a leer el material y los documentos para ampliar información así como los enlaces que iba descubriendo con avidez y con el paso de los bloques me iba quedando sin tiempo para leer, investigar y a la vez ir haciendo las actividades.
El punto álgido de la sobrecarga fue en el bloque 4, cuando mi ordenador había fenecido y me encontraba en plena evaluación de 2º de Bachillerato.
En nuestra profesión estamos acostumbrados a los picos de trabajo pero el mayor desasosiego era sentir que mucho del tiempo dedicado era con actividades que no tenían que ver con el contenido del curso: temas informáticos, actividades en las que tenía que reflejar lo que sabía y opinaba más que en aprender cosas nuevas, hacer una unidad didáctica... (eso fue lo más duro)
Así que me he quedado con una sensación agridulce. Y aquí va lo dulce: el listado de recursos que hicimos entre todos, el conocer el nombre de todos esos personajes populares con TDAH, la recopilación de información y enlaces de mis compañeros y que podremos consultar en el futuro a través de Diigo entre otros, el conocer aplicaciones tan interesante como las utilizadas para recopilar todos nuestros trabajos y mensajes en Twitter, la sistematización de las fichas con las dificultades escolares por etapas y materias, la recopilación de las características positivas,... Vamos, que me llevo muchas cosas.
Y ahora sí me despido del todo. Hasta el próximo curso, plataforma virtual o red social, y quién sabe, a lo mejor en la cafetería de un Instituto.